Walter Schmidt - Columnista de DyN
BUENOS AIRES.- La fórmula descubierta por la presidenta, Cristina Fernández, para afrontar sus dos últimos años de gestión, después de una dura derrota electoral el pasado 27 de octubre, parece ser "continuidad económica y blindaje político". La Jefa de Estado ha demostrado en el último año y medio que es capaz de retroceder un paso: pero la inquietud es si lo hace para luego avanzar dos en la misma dirección o si es capaz de corregir el rumbo.
Tras los resultados de las primarias, el Gobierno incrementó el mínimo no imponible, una de las banderas de la oposición, quizás con la esperanza de que esos retoques, mas algunos ajustes de campaña podrían revertir los cinco puntos que Sergio Massa le había sacado a Martín Insaurralde. Fue una pesadilla. Tras la derrota del 27, la Presidenta decidió algunos cambios de gabinete, cuyo principal simbolismo fue entregarle la cabeza del polémico Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, a la oposición y al mercado. ¿Y al FMI? Es probable, si a la salida de Moreno se vincula la puesta en marcha de un nuevo índice, una vez que el organismo financiero internacional lo avale.
Los movimientos en el elenco ministerial podrían tener un doble sentido. Por un lado, avanzar en lo que el gobierno llama "el modelo" a través de la obtención de recursos, vía financiamiento externo -una mala palabra en la Década K- o a través del recorte de subsidios -tarifas- que se estima golpeará, particularmente, a la clase media. Es decir, avanzar en los recortes que un año atrás planteó y anunció, pero que finalmente no concretó. De ahí la designación de el joven camporista Axel Kicillof.
Y por otro lado un blindaje político, con la designación de Jorge Capitanich en lugar de Juan Manuel Abal Medina, un funcionario que no logró romper el cerco de un aplicado colaborador de Cristina, muy lejos de un coordinador de ministros, un operador político estratégico y un puente con los gobernadores. El objetivo del Gobierno con Capitanich es el de blindarse políticamente ante lo que se viene. El Frente para la Victoria dejó de ser las anchas espaldas de la Presidenta, que necesita recaer en la liga de gobernadores peronistas para respaldar lo que de aquí en mas decida.
A cambio, la Presidenta dejará hacer en lo que respecta al "peronismo", porque es conciente que no tiene chances de confrontar con quien hoy es su columna vertebral a nivel político: el PJ. También necesita el respaldo sindical, por lo que se espera alguna medida que acerque mas a la CGT que conduce el metalúrgico Antonio Caló, cuyos caciques hoy dividen aguas entre críticos y oficialistas.
En el análisis de Cristina está muy lejos el 2015 y la posibilidad de nombrar a dedo un candidato K para ir a las internas del FpV. Tan lejos como creer que Capitanich, al margen de la situación en el Chaco que dejó a sus espaldas que dista mucho de ser "la Suiza del nordeste", puede convertirse mágicamente en un candidato presidencial, ocupando la principal cartera de un gobierno que inevitablemente deberá tomar medidas que afecten a un sector de la sociedad o que bien contradigan su relato.